El loro gris (Psittacus erithacus), también conocido como Yaco, a menudo lo encontramos viviendo como mascota en casas de particulares. Su alta sociabilidad y su capacidad para aprender y repetir sonidos, palabras o incluso frases le hace ser una mascota muy demandada.

En los últimos 30 años han incrementado los denominados “loros papilleros”, cada vez es más común encontrar a estas aves criadas por humanos desde aproximadamente los 15 días de vida o incluso desde el día de su nacimiento para así conseguir una mayor habituación al hombre y un fácil manejo. Y no es de extrañar, Los loros jóvenes criados a mano son mansos, “disfrutan” del contacto con los seres humanos, y parecen mucho mejor adaptados a la vida como mascota que la mayoría de los loros criados por sus padres. Y, además, por si fuera poco, están más dispuestos a hablar que los que han disfrutado de la compañía de un conspecífico.

Pero este proceso de crianza requiere la separación de los polluelos de sus padres y se ha demostrado que separaciones incluso a corto plazo son estresantes y aunque no están claras las consecuencias de los diferentes métodos de cría en el desarrollo del comportamiento de las aves adultas, se ha observado que los loros grises criados a mano pueden desarrollar trastornos de conducta como la agresividad, comportamientos sexuales anormales o picaje.

El picaje o FDB (Feather damaging behavior) es un trastorno muy extendidos en las mascotas, y se trata de un comportamiento anormal en el que las aves deterioran, cortan, arrancan y/o mastican sus propias plumas, pudiendo ocasionar una automutilación de tejidos como la piel o incluso el músculo. El picaje raramente se observa en libertad y por lo general aparece en las aves cautivas cuando llegan a la madurez sexual. Algunos autores sugieren que puede ser una estrategia de afrontamiento a situaciones estresantes debidas a un ambiente empobrecido e inadecuado, a un aislamiento social o a la separación temprana de la madre.

En el siguiente estudio realizado en el 2016 se quiso demostrar una correlación entre estos comportamientos y un estrés crónico de estas aves. Para ello tuvieron en cuenta una muestra de 82 loros grises africanos cautivos divididos en tres grupos distintos según los diferentes métodos de cría y si presentaban o no comportamientos de picaje:

1. Un grupo control en el que los individuos fueron criados por sus padres. Todos los individuos vivían con una pareja del sexo opuesto y el contacto con humanos era el mínimo y estrictamente necesario para el manejo de estos. Ninguno de los individuos presentaba muestras de picaje.

2. El segundo grupo estaba compuesto por mascotas sanas, que vivían dentro de sus jaulas sin compañía de ningún conspecífico. Todos ellos tenían contacto estrecho con humanos.

3. El tercer grupo estaba compuesto por mascotas que presentaban comportamientos de picaje. Vivían en las mismas condiciones que los individuos del grupo 2.

El corticoide que se utiliza como indicador de los niveles de estrés en aves es la corticosterona y nos da información importante sobre el estado de bienestar de un individuo especialmente cuando complementamos esta información con datos de comportamiento. Por lo que se tomaron muestras fecales de todos los individuos para poder obtener datos del estrés de cada grupo.

Los autores obtuvieron valores de corticosterona tres veces más altos en los individuos que presentaban picaje (1) que en los individuos que no presentaban este comportamiento (2)(3). Estos mismos resultados se han obtenido en otros estudios donde los autores encontraron una disminución en los niveles de corticoterona después de utilizar diferentes tratamientos basados en la socialización, un programa de entrenamiento y enriquecimiento ambiental.

A pesar de que en este estudio no se tuvo en cuenta la actividad de los individuos, se ha demostrado previamente que los loros que presentan conductas de picaje muestran una mayor actividad en comparación con los loros que no presentan estos comportamientos, lo que sugiere que es un patrón proactivo de respuesta al estrés.

Por otro lado, entre el grupo control (1) y el grupo criado por humanos sin presencia de comportamientos de picaje (2) no se encontraron diferencias significativas en los niveles de corticoides. Debido a estos resultados los autores recomiendan la futura investigación enfocada en los aspectos específicos de la crianza manual y su bienestar.

Aunque parece claro que el picaje es una estrategia de afrontamiento al estrés para el loro gris, vemos que no están muy claras las consecuencias de los distintos métodos de cría. Lo que nos hace plantearnos si a pesar de su gran demanda, a pesar de su sociabilidad, a pesar de su capacidad de hablar, a pesar de ser un animal increíble, a pesar de todo…  ¿Es el yaco la mejor mascota que podemos tener? ¿Podremos garantizar el bienestar físico y psicológico de nuestro compañero?