Los animales de zoológicos y centros de rescate, se enfrentan día a día a los problemas de la cautividad. Estos son muy diversos, desde los compañeros con los que conviven, las instalaciones en las que viven o los visitantes, pero hoy os quería hablar de la falta de control. 

Un animal en cautividad puede decidir muy poco: No decide con quien vivir, dónde vivir, qué comer, ni cuándo comer, lo que puede desatarse en una falta de control y un aumento de la frustración del individuo. Para paliar este problema,  disponemos de una herramienta muy útil: la rutina. Teniendo unas rutinas marcadas, no mejoraremos la capacidad de decidir, pero si la predictibilidad. El animal sabrá en qué momento aparece el veterinario a hacer la revisión diaria, cuando vienen los cuidadores a limpiar, A qué  hora llegará el almuerzo o cuándo podrá irse a dormir. Estas rutinas mejoran la falta de control y disminuyen por lo tanto el estrés.

Estamos de acuerdo entonces, en qué las rutinas son un arma muy potente de la que disponemos, sobretodo en animales que acaban de ser rescatados y han sufrido un pasado difícil. Pero tenemos que tener cuidado con ellas, sobre todo cuando hablamos de alimentación. 

La alimentación es el evento más importante, y esperado en el día a día de los animales por lo que es de esperar que tenga un gran efecto en su comportamiento. Las rutinas en los centros no siempre son exactas, la toma de comida puede variar unos minutos arriba o abajo dependiendo de lo que haya ocurrido a lo largo del día. Estas variaciones en el tiempo provocan en los animales una falta de control y predictibilidad respecto a cuándo va a llegar el esperado almuerzo por lo que estas rutinas alimentarias están asociadas a conductas de espera que se pueden ver reflejadas en estereotipias, aumento de agresiones e inactividad tensa.

Corri Waitt y Hannah M.Buchanan-Smith realizaron un estudio con 21 macacos de cola de cerdo procedentes del Medical Reseach Council’s Center for Reproduction en Edimburgo. Estos macacos recibían dos tomas de comida al día: La primera sobre las 9:15h de la mañana con una variación de 15 minutos y la segunda a las 14:58 de la tarde con una variación de 19 min.  El objetivo del estudio era ver el efecto de estas variaciones temporales en el comportamiento de estos individuos en los momentos anteriores a la alimentación. Para ello compararon los comportamientos de los macacos cuando las tomas se daban minutos antes, minutos después o justo a tiempo.  

Se vio que el forrajeo y las conductas afiliativas aumentaron cuando el alimento se repartió antes en comparación a cuando se daba justo a tiempo y además disminuyeron las conductas de inactividad tensa, conductas autodirigidas, conductas anormales y las agresiones.

Cuando el alimento se retrasó no se vieron cambios significativos comparándolo a cuando el alimento se daba justo a tiempo. 

Como vemos estos pequeños cambios en las rutinas de los animales tienen consecuencias en el bienestar. Cuando los animales esperan por la comida aparecen comportamientos indeseables cómo conductas anormales, aumentan las agresiones y las conductas autodirigidas. Todos estos comportamientos nos dan una idea de que está aumentando la frustración y la falta de control provocando un aumento del estrés. 

Además de aparecer estos comportamientos también disminuye la actividad de los animales, esto está relacionado con una inactividad tensa, en posición de alerta: Los individuos se sientan a esperar a que lleguen sus cuidadores con la ansiada comida. 

Hemos visto a su vez que cuando anticipamos la toma de alimentos estas conductas relacionadas con el estrés disminuyen, por lo que podríamos pensar que es la solución a nuestro problema: ¡Adelantamos la comida y listo! Pero… no podemos adelantar eternamente la comida, a no ser que queramos ir a trabajar a las 3:00h de la mañana. 

Otra solución posible sería eliminar estas variaciones en las tomas y realizar una rutina muy estricta, cosa prácticamente imposible en los centros. Siempre puede pasar algún imprevisto que no podamos controlar y que nos haga retrasarnos. 

Hasta ahora hemos estado hablando de predictibilidad temporal, entre nosotros: rutinas, pero existen otro tipo de predictibilidad: La predictibilidad señalada, que consiste en realizar una señal antes de realizar una actividad. Por ejemplo, si antes de que ocurra una situación estresante, como podría ser la presencia del veterinario, hago sonar una campana, el animal relacionará esta señal con una situación concreta y aumentará la sensación de tenerlo todo bajo control, disminuirá la frustración y por lo tanto el nivel de estrés.  Y esto no solo me vale con situaciones estresantes sino que también se ha visto que realizar una señal antes de utilizar un enriquecimiento ambiental aumenta el efecto positivo de este. 

Volvamos a la alimentación, la toma de comidas está relacionada a una serie de señales poco fiables, los cuidadores sin querer antes de ofrecer la comida realizamos una serie de comportamientos sin darnos cuenta. El animal, que no nos quita ojo desde su instalación, aprende a relacionar un comportamiento determinado a la alimentación. Al ser una señal poco fiable estamos aumentando la falta de control. Pongamos un ejemplo: Antes de dar la comida nos ven ir a la cocina. Por lo que relacionarán ir a la cocina con la llegada del alimento, pero igual vamos a la cocina a buscar algo que necesitamos, a lavarnos las manos o cualquier otra actividad no relacionada con su toma de comida: ¡Estamos ofreciendo  una señal poco fiable!

Por lo que una solución a la imprevisibilidad de la alimentación podría ser ofrecer una señal clara y concreta. Tengamos en cuenta que esta señal tendrá que ser única para la toma de alimento, no la utilizaremos en ningún otro contexto. 

Como hemos visto en cautiverio hasta el mínimo detalle puede causar un efecto negativo en los animales, por lo que es indispensable observarles y hacer estudios etológicos para ver si todo va bien. Como  diría Alfonso Nápoles Gándara:

“Saber para  preveer. Preveer para obrar”