Cuando reproducimos animales sociales en cautividad, uno de los problemas que nos encontramos es gestionar los grupos de tal manera que podamos respetar el sex ratio típico de esa especie (es decir, la relación entre el número de hembras y machos). En estado natural las especies han ido desarrollando distintas estrategias para mantener la composición del grupo además de evitar la consanguinidad, como puede ser la exogamia femenina en chimpancés o la exogamia masculina en macacos.  

El gorila occidental de llanura (Gorilla gorilla gorilla), como el resto de especies de grandes simios, son animales que muestran una gran inteligencia social que les permite una flexibilidad importante a la hora de formar grupos. En estado natural se han encontrado grupos de gorilas mixtos formados por machos jóvenes, hembras con sus crías y el espalda plateada. Pero también se han podido observar grupos de machos adultos solteros, así como machos adultos solitarios. En estos últimos casos, los machos realizan una búsqueda activa de hembras para formar un nuevo grupo mixto, pero hasta entonces pueden pasar grandes temporadas bajo esta configuración.

Cuando cambiamos de entorno y tenemos a gorilas en ambientes controlados, contamos con la ventaja de esta flexibilidad social que puede ayudarnos en la gestión de estas poblaciones. Aun así, formar grupos de gorilas solteros siempre representa un mayor riesgo para su bienestar, ya que pueden ocurrir con mayor frecuencia agresiones entre los individuos. Además, cambios en la configuración del grupo, también llamadas “transiciones” (introducciones o extracciones de individuos, muertes, etc), pueden suponer un mayor riesgo que en grupos mixtos. Debido a todo ello, estos grupos requieren una monitorización continua y detallada para prevenir males mayores.

Y este fue el objetivo de un estudio publicado en los últimos años en Zoo Biology llevado a cabo entre 2011 y 2015 en Saint Louis Zoo, EEUU. El grupo de gorilas antes del 2011 estaba formado por dos machos subadultos y un espalda plateada. Durante los meses precedentes, coincidiendo con el desarrollo sexual de los individuos subadultos, las agresiones y la tensión fue en aumento. Como medida para atajar esta escalada de tensión social introdujeron dos machos inmaduros emparentados con los individuos del grupo y estudiaron los cambios comportamentales que ocurrieron. Se vieron diferencias estadísticamente significativas en dos direcciones: por un lado aumentaron las conductas anormales, concretamente de uno de los individuos subadultos llamado Little Joe; y por otro lado aumentaron enormemente las conductas sociales afiliativas. En las conductas agonísticas no se vieron cambios. Como se había observado en otros estudios, la introducción de individuos inmaduros tiene un efecto muy importante en el aumento de las conductas sociales afiliativas. De hecho, hasta  después de esta introducción no se habían observado conductas de juego o grooming entre los gorilas. Otro aspecto interesante que resalta este trabajo es la necesidad de analizar el comportamiento de cada individuo por separado, ya que cada animal responde de modo distinto al ambiente. Little Joe aumentó sus conductas anormales tras la introducción de los nuevos individuos pero, antes de esta transición, también superaba con creces a sus compañeros en la expresión de estas conductas. Cuando tenemos individuos con una mayor vulnerabilidad, es previsible que el estrés producido por cambios sociales de esta naturaleza puedan conllevar un aumento de conductas indeseables. Aunque debemos valorar todos los cambios conductuales en conjunto, ya que en este caso Little Joe también aumentó las conductas afiliativas en gran medida. Por lo que podríamos concluir que el proceso cumplió sus objetivos de manera satisfactoria. 

El grupo se mantuvo en esta configuración hasta el año 2015 cuando el macho espalda plateada murió. Tras esta nueva transición no se observaron grandes cambios en el comportamiento de los individuos, en contra de las evidencias de otros trabajos o comparado con otras especies. Aquí se vuelve a evidenciar la flexibilidad social que muestra esta especie.

La gran inteligencia social de los grandes simios es una característica que nos dificulta la gestión de estas especies al presentar una gran complejidad social, pero al mismo tiempo esta gran flexibilidad conductual nos brinda mayores oportunidades. Estudios como este nos ayudan a comprender mejor a estas especies, su comportamiento en cautividad y las herramientas que tenemos para incrementar sus niveles de bienestar.

 Artículo:

Gartland, K., McDonald, M., Slade, S., White, F., & Sanz, C. (2018). Behavioral changes following alterations in the composition of a captive bachelor group of western lowland gorillas (Gorilla gorilla gorilla). Zoo Biology. doi:10.1002/zoo.21448