Los animales salvajes en cautividad desarrollan comportamientos que no suelen ver libertad. En ocasiones aparecen debido a condiciones que no son óptimas para el desarrollo normal de los animales, como instalaciones pequeñas y simples o grupos sociales distintos a los normales para la especie. Estas condiciones comprometen el bienestar de los animales y hacen que no puedan adaptarse adecuadamente al ambiente. A estos comportamientos comúnmente se les han llamado “conductas anormales”: comportamientos ausentes o raros en el repertorio natural de la especie y que se desarrollan en ambientes empobrecidos o inadecuados. Pero hay comportamientos anormales que podemos observar en cautividad que no están relacionados con un bienestar pobre, por ejemplo pintar o manipular pantallas táctiles de algún enriquecimiento cognitivo. Por ello es importante saber la etiología de estas conductas, es decir, el motivo y el modo en el que estas conductas aparecen, si están relacionados con ambientes inadecuados o si surgen por otros motivos inocuos para el bienestar de los animales. 

La coprofagia, la ingesta deliberada de heces, es un comportamiento bastante extendido en los chimpancés cautivos, tradicionalmente se ha tratado como una conducta anormal y como un indicador de un bienestar empobrecido relacionado con aburrimiento y con pocas oportunidades para desarrollar conductas naturales relacionadas con la alimentación. Pero, ¿está claro que sea un indicador fiable? Lo cierto es que no. En primer lugar, este comportamiento se ha observado en chimpancés en libertad y en semilibertad que viven en grupos naturales, aunque en cautividad su frecuencia sea mucho más elevada. Algunos autores piensan que en libertad puede estar relacionado con la dificultad de digestión de algunas semillas duras, volviéndolas a ingerir para una mejor absorción de los nutrientes (esta función se conoce en otras especies de animales salvajes). En segundo lugar, se ha observado que los chimpancés criados por sus madres y/o en un grupo de chimpancés realizan más coprofagia que los que, por diversos motivos, sufrieron una separación temprana de la madre y no convivieron con chimpancés durante su desarrollo. De hecho, muchos comportamientos anormales y estereotipados, como el rocking, están relacionados con el aislamiento social y la separación de la madre. 

Todo esto nos hace dudar si realmente es un comportamiento útil para detectar problemas conductuales en los chimpancés ya que nos podría distorsionar nuestra percepción sobre su bienestar. Por ello, el equipo de estudio y conservación de grandes simios del Zoológico de Lincoln llevó a cabo una investigación para intentar dar luz sobre este tema. Observaron a 60 chimpancés en 6 zoológicos y 3 santuarios de los Estados Unidos a lo largo de un año. El objetivo del trabajo era comprobar estadísticamente si catalogar coprofagia dentro de la categoría de conductas anormales tiene sentido en relación al resto de comportamientos observados en los chimpancés. Para ello utilizaron un análisis estadístico llamado análisis de componentes principales (PCA) que estudia las relaciones entre distintos ítems, en este caso entre distintos comportamientos. El PCA permite agrupar los comportamientos que han sido observados en los chimpancés en distintos grupos donde se encuentran las conductas más relacionadas entre sí. Este tipo de análisis ha sido ampliamente usado para el estudio de la personalidad humana y no humana. La duda de los investigadores era, ¿el programa estadístico agrupará coprofagia con el resto de conductas anormales? 

Como ya intuían, la coprofagia no se agrupó dentro de la categoría “anormal”, sino dentro de la categoría “social”. Y aunque a priori nos choque, tiene sentido si recordamos lo que hemos visto anteriormente: los chimpancés criados por sus madres y/o con un grupo normal realizan más coprofagia. Además vieron que los individuos que menos contacto con humanos habían tenido también eran los que menos la realizaban. Con estos resultados, junto a lo que ya se conocía previamente, los autores piensan que la coprofagia puede ser un comportamiento transmitido socialmente de la madre o por otros chimpancés a las crías, más que ser una conducta anormal típica. Esta hipótesis podría explicar que la coprofagia no esté presente en todos los grupos de chimpancés cautivos. En un estudio en chimpancés en laboratorio se observó que únicamente 1 de los 7 grupos estudiados presentaban esta conducta, también en otros estudios se observó que en grupos alojados en instalaciones y grupos sociales similares en algunos había un 81-100% de individuos que realizaban coprofagia mientras que en otros grupos no aparecía esta conducta. 

Normalmente los estudios sobre la transmisión cultural en especies no humanas se centraban en conductas que podemos considerar positivas, como la realización de puzles o una determinada técnica en el uso de herramientas. Aun así, este tipo de conductas que podemos denominar “indeseables” también pueden tener importancia en el estudio de la cultura no humana y de tradiciones espontáneas en cautividad. En otros santuarios se ha observado que poco después de que una de las hembras comenzará a colocar hierba en las orejas, una conducta catalogada tradicionalmente como anormal, se puso de moda en su grupo y al final todos los individuos acabaron paseándose con hierbas en las orejas. Del mismo modo, la coprofagia podría suponer una tradición extendida en los chimpancés cautivos. Para acabar de comprobar esta hipótesis, faltaría algún trabajo donde se observara directamente la propagación de esta conducta en un grupo en el que previamente no se realizará. 

Todavía no queda del todo claro cuál es el origen de la coprofagia en cautividad, aunque lo que se empieza a evidenciar es que su uso como indicador fiable de un bienestar empobrecido es, cuanto menos, dudoso. Pero no hay que alarmarse, existen muchos otros indicadores comportamentales que podemos utilizar para medir el bienestar sin que otros factores, como el aprendizaje social, nos interfieran en los resultados, como: la inactividad, las conductas autodirigidas, autolesión, falta de competencia en las relaciones sociales, uso del espacio limitado…      

Artículo original: Hopper, L. M., Freeman, H. D., & Ross, S. R. (2016). Reconsidering coprophagy as an indicator of negative welfare for captive chimpanzees. Applied Animal Behaviour Science